La belleza...


No te quejes de que otros no te amen a ti o a la vida.
Si tú simplemente lo haces,
todo estará bien.

domingo, 31 de julio de 2011

Entre tristeza y melancolía.


Domingo a la noche, el frío cercano al dolor, los gotas suaves y la música acompaña. Me acerco casi al límite inteligible entre la melancolía y la tristeza...

Definitivamente deseo que ese ángel que cayó en la estrofa que escucho venga a hablarme. Que me explique porqué la espera es dolorosa, por qué áspero el camino y por qué tan irremediablemente difuso el destino.

Y pienso... Estoy acá sentado intentando poner una vez más en palabras esto que siento. Otros sólo están sintiendo, y frío. Mientras más me esmero en la actividad intelectual más lágrimas caen en ojos que no son míos, más pensamientos tiemblan y la realidad que excluye a los desabrigados.

Cada gota me dicta un grito al oído, cada segundo es desesperación de los que ya perdieron las esperanzas. La piel se desgarra, la sangre fluye libre y ellos quisieran pasar de una vez a ese lugar mejor.

Se mezcla lo mío y lo ajeno, lo superfluo del ánimo y lo real del vivir.

Y las calles ya no son calles, y veo borroso, todo oscuro, y siento frío. No sé si el frío llega a mí o lo llevo en este momento en mi entraña.

Y te veo caminando en sueños, y esta vez no me despierto. Vas sola, apurada, con sobre todo, y tu pelo oscuro se enreda con el viento húmedo que te golpea la cara. Tus ojos oscuros denotan el cansancio. Cada vez te ajusta más ese fardo de decepciones que te pusiste sin voluntad de hacerlo. A cada paso ese ruido de tacos hace que duela más la soledad de esa calle fría de invierno. También empezás a ver nublado, pero esa lágrima sí es tuya, y el grito también. El agua fría ya no te importa, ni tu búsqueda en la madrugada por un futuro imaginario, ni la irremediable pérdida de ese pasado que seguro fue mejor. Ya no te importás, y te dejás, y duele, mierda que duele.Yo sigo en el mismo lugar, te veo y no estás. Ahora sé que los dos sufrimos. Ya no me queda nada más que salir a buscarte, "And it's your face Im looking for on every street". No me queda más que encontrarte y que vayamos los dos por esa calle de llovizna, porque "cada uno cruza en ella su calvario, pero la cruz de todo es la misma...". El miedo se agudiza para ambos pero perfectamente podría ceder y tomarte de la mano, y llorar juntos, qué tanto...

Y acá estoy, y no salgo, y no te conozco, y sí, duele. Sobre todo el hecho de verte sentada en la vereda, con el pucho en la mano y las lágrimas que queman hasta la fibra más remota de tu martirio.

Lo peor es mi ausencia involuntaria, casi tanto como tu presencia imaginaria, "es insufrible ver que lloras y yo no tengo nada que hacer".

Al final y como tiene que ser, el tajo en el pecho me arde un poco menos que el paisaje. "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio...".

viernes, 22 de julio de 2011

En tu ausencia...


Te saludo, mujer de estrellas. Que tu no pasar por mi frente se materializa a diario potenciado por tu permanente ausencia.

Ojos de velo, sincera entrega, ante mi pasiva convalecencia cada día se infiltran, su realismo me desvela.

Sonrisas apocalípticas salen de tu ser despedidas con esa naturalidad que logra tocar lo más profundo de la expectativa.

Niña de caricias, que tu pelo esté adornado por esas estrellas que noche a noche contás empeñándote en que te hagan llegar de un solo suspiro a aquel lugar que anhelás, ese que tantas veces sentimos latiendo en lo más tibio de nuestra eternidad.

Muchacha de corazón profundo. Sin darte cuenta tantos acuden al lugar en que la brisa de tu energía cura la amargura. Esa que está tan presente en lo momentos en que estoy seguro poder encontrarte sin saber por dónde empezar a buscarte.

Mujer del futuro, que aquel día que se ve por el rabijo del ojo sea tan solo un enésima parte de los viajes a los que la imaginación acude para no admitir que quedan pocas salidas.

El sólo pensarte cumple con la dosis de irrealismo diario, de la que no se puede prescindir para poder continuar con esto a lo que llamamos existir, esta realidad que se endurece con tu ausencia.

Sabé que aquel río de otoño, adornado por las hojas marchitas que no presenciaron tu luz y calor, en algún momento de su recorrido llega a ser aquel mar en el que te encuentro, en el que tenemos que ser, juntos.

No me preguntes porqué tiene que ser así, mujer esencia de paz. Si aquello a lo que llamamos destino se presenta tal y como es, el momento en el que te vea sabré que sos tan mía como ausente estás en mi eterno desearte.

Sólo en el momento que aquellos labios, mujer de todos mis enigmas, lleguen a mí, me daré cuenta de que es en vano seguir buscándote, porque tu caminar por mis jardines de ansiedad es tan sublime que el solo pensarte hace que estés más distante.

No me pidas que no te piense, no me pidas el olvido, sólo de esta manera puedo continuar transitando estos caminos que susurran a mi oído que tu realidad es casi tan absurda como la nula cuota de amor entre los hombres.

Mi niña de memorias inventadas, tantas rutas surcadas en la agonía de no poder brindarte lo que desde siempre te pertenece. Sólo queda una solución, por más que se agudice el latido del corazón ante el frío que causa tu ausencia en mis brazos. Frente a todas las penas y esperanzas que pueda causar tu presencia inaudible, quiero, sí, seguiré siendo un soñador. Hasta el día en que los sueños no brinden la calidez que anhelo en tu falta material, y será porque ese día te estaré mirando a los ojos, vas a sonreír y me daré cuenta de que nunca mi dejo de locura arribó a mejor destino…

miércoles, 13 de julio de 2011

Memorias del Fuego: Los nacimientos


Memorias del fuego: Los nacimientos, Eduardo Galeano.
En este libro el autor describe y recompila una vez más la historia de la colonización Europea en las Indias (Américas). Transcurre desde 1492 hasta 1700.
Galeano utiliza la bibliografía y la mezcla con su percepción (brillante desde mi punto de vista) sobre el cómo lo que tanto admiran algunos (La sociedad Europea y su infrestructura) fue construído en gran parte gracias a los recursos naturales conseguidos en las américas y la explotación y matanza de indígenas. La evangelización fue la excusa para el exterminio de quién vivía en estas tierras, y como siempre prevaleció la ley del más fuerte.
Altamente recomendable!

sábado, 2 de julio de 2011

De noche...


Lentamente la noche se anuncia, quitando con la cola de su manto los últimos colores del día.

Llega, y enciende arriba esos ojos incandescentes que me llaman permanentemente. Intentan hacerme comprender que la soledad en la que me encuentro en esos momentos es mucho más cálida por estar siempre acompañado.

El volumen baja lentamente, junto con la temperatura y el ajetreo de un día como todos.

Tiene más sentido la vida cuando estoy en esos momentos en que la noche, que es mujer, me escucha sin que tenga la necesidad de hablar, y me responde sin que yo tenga la necesidad de comprender. En esa eterna interacción me pierdo a través de las cavilaciones acerca de mi porvenir.

Nada me pesa, tan liviano soy… que ya me fui, me voy a ese mundo en que no hay que comprender. Todo se basa en los sentidos, los acordes de la oscuridad suenan en esa melodía que me acompaña, siempre diferente, sublime, pero comprensible. Es esa comprensión que no se pone en palabras, porque no se necesita. Es esa comprensión que llena de fulgor eso que en un momento fue cuerpo, esa que sólo llega, de noche…

Ahí estoy de nuevo, de pie, mirando hacia arriba. Tan poco somos y tanto nos creemos…

La dama, silenciosa, radiante y sola como ninguna, hace su aparición. Se desprende de ese anaranjado que la templa, comprendiendo que ese no es ni su destino ni su fin. Ella, la Luna, sabe que su causa es su condena, la de ser contemplada, admirada como la más hermosa, delicada, brillante; como así también fría, solitaria y distante…

En su presencia reencarnan todos los fantasmas de mi conciencia, esos a los que sólo oímos a través de su voz, sentimos con su presencia. Les hablamos creyendo posible que nos escuchen, o teniendo esa seguridad tan poco certera de que Ella transmita los mensajes.

Y de esa manera seguimos, presos de su encanto, un amor platónico. Pero ella es perfecta, y por esta causa su belleza es tan absorbente como decepcionante su irrealidad…

Toda la noche me acompaña, desapareciendo tras ocasionales nubes, en el juego de seducción en el que cada vez que se aleja, más la deseo…

Vuelvo… Permanezco sentado. Miro para arriba y… respiro, hondo… Las reflexiones llegan a raudales incontenibles, pero para eso estoy y para eso está ella.

Escucho los sonidos de todo lo que no es humano, y es tan gratificante. De nuevo me lleno los pulmones con ese aire diferente, más puro, más frío, más intenso. El sonido de la brisa, que juega seduciendo las hojas de esa noche otoñal, llega a mí con la delicadeza de lo posible. Tan diferente al juego de seducción que mantengo con la luna, en la vana esperaza de que me dé la respuesta que espero, en uno de sus pasajes por mi transitar nocturno…

El arroyo canta en voz baja… Susurra… Es una voz conocida, que me hace compañía. Él es la vida, fluye lentamente hasta un destino incierto, siempre con la vista hacia delante, sabiendo que a pesar de las dificultades llegará a destino. El arroyo debe soñar diariamente con el mar, así como diariamente yo sueño contigo y con el momento de tu llegada…

Nostalgia… todo lo que ocurrió, lo que no, y lo que vendrá se hacen presentes en este momento en que hay espacio para ellos. Reclaman la falta de estas situaciones, y los comprendo… Les explico que no siempre es tan fácil lidiar con ellos, que a veces es preferible no enfrentarlos, y les pido perdón por la cobardía que me embarga las veces que los esquivo…

Y aquí estoy, tanto pienso en la oscuridad, tanto siento, tanto soy si de estar vivo se trata, tan poco al lado de lo que veo…

Esa es mi noche, con la luna y las estrellas, con el arroyo y su enseñanza, con el viento y sus andanzas…

Es el transcurrir de una noche, como todas, como aquella…