Hacer camino mediante la escritura; una utopía, un deseo, un futuro a construir...
La belleza...
martes, 6 de diciembre de 2011
Suspensiones momentáneas
Te hablé y no sé si escuchaste. Me hablaste y sí que escuché y me volví a quemar. No eras ni vos, ni esos ojos, ni esa boquita roja, ni esos tacos, ni ese swim que implican los tragos, o era todo.
Me dijiste que no sin que preguntara, te respondí con intento, te reíste y hiciste luz, hiciste fuego, hiciste todo.
Me envolviste sin tener plena conciencia de tus redes, me hipnotizaste con un movimiento de cintura, morí de muerte placentera con tu veneno perfumado.
Y así fuimos, yo era la víctima consciente, vos la condena inconsciente.
Me dijiste que no sabías besar, el cómo, dudé, dudaste, dudamos.
Me escuchaste, me miraste y te reíste.
Te reíste, qué linda que era, fue, es... tu risa.
Sonrisa por la que muere el más experiente pintor sin lograrla; esos labios finos, rojos.
Queriendo seguir muriendo de vos me iba. No me dejaste. Intentamos.
Querés que te diga? Por un momento volamos... Volé. Te quité un segundo de tu aliento egoísta. Le diste de un manotazo color a este cuadro inerte.
Me dijiste que no sabías besar...
Cuantos más habrán despegado de tus labios, cuantos más muerto de tus sonrisas.
Y me dijiste que no sabías besar.
Quién sabe...
martes, 22 de noviembre de 2011
Memorias Rosa
De niño me faltó entender a dónde fue mi padre y porqué no volvió. Todo lo que tenía era a mi madre, que según yo creía, me daba todo lo que necesitaba: sobreprotección y falta de verdadero afecto. En ese entonces yo no sabía de amor.
De niño tuve una educación ortodoxa, rígida y conservadora, que no daba lugar a la expresión de los que sin saberlo y por algún motivo éramos distintos. No había lugar para la individualidad, sólo una máquina homogeneizadora que procesaba seres humanos e intentaba convencernos de que lo correcto era que fuéramos todos iguales. Desde ese entonces pusieron barreras, como antibióticos que me invadieron y enfermaron mi fría sensibilidad.
De niño me faltó cariño, contención, verdad, explicación.
Crecí con una guerra cruel que entre otras cosas se tragó a mi padre, mis expectativas y mi futuro.
Tuve que encontrar respuestas en sustancias que nunca me aclararon nada y contribuyeron a incrementar la nebulosa que ya para ese entonces impedía mi correcta apreciación de los hechos.
Me casé con una mujer a la que nunca le pude dar más que mis dudas, mi frialdad y mi incipiente locura. Tampoco en ese entonces sabía de amor, aunque constantemente lo buscara por oscuras esquinas, en cada vaso quebrado a mis pies. Ella se fue, no me di cuenta hasta que la necesité, y ya no estaba...
Nunca encontré solución a ese mar de dudas y depresión en el que diariamente me ahogaba. La televisión me traía alentadoras noticias de amores que no eran míos, poder insalubre, dinero que ya había comprado todo lo que tenía menos un camino que seguir. La guerra continuaba permanentemente en mi cabeza y se reproducía a lo largo de todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Ojos piel y manos inmersos en una trinchera de barro, violencia, muerte diaria y drogas.
Construí un muro a mi alrededor para aislarme de mí mismo y me aisló de los otros. Lo material pretendía ser imprescindible y lo logró, impidiéndome mirar a través.
Me convertí en un monstruo inserto en un laberinto de voces intoxicantes para el que no encontraba salida. Llegué a odiar todo. Fui lo que ellos querían. Otra víctima.
Maté esperanzas, frustré amores, logré igualdad, superioridad, ho-mo-ge-nei-dad.
Me temían, y en ese poder hallaba la solución, nunca había estado tan cerca, el mundo a mi merced, soberanía, y cada obtusa sonrisa me dolía.
Fui otra víctima del sistema, pero se equivocaron. De alguna manera pude darme cuenta de la alimaña en la que me convertí, y era una capa de gusanos por sobre un ser que despertaba de una eterna letanía.
No sé si ahora entiendo de amor, pero logré voltear el muro que me separaba de la siempre inentendible realidad. Y no era ni nunca fue lo que ellos me mostraron. En un momento comprendí esos métodos precisos y cuasi científicos de silenciamiento. Lo lograron conmigo, pero no lo harán con ustedes...
PD: dedicado a un “viejito” que logro una de las autocríticas más impresionantes de la historia del cine y la música, que sigue mostrando el camino y deja un legado cultural y político imprescindible para las nuevas y no tan nuevas generaciones. Gracias....
lunes, 24 de octubre de 2011
Confesiones a un atardecer rioplatense
Sol que no calienta, este que a diario mis vacíos alimenta.
¿Será que las grises letras acarician tus pestañas constantes? ¿Será que te hablé al oído al menos por un instante? ¿Será que mi afán se presenta milímetros menos distante?
domingo, 31 de julio de 2011
Entre tristeza y melancolía.
Domingo a la noche, el frío cercano al dolor, los gotas suaves y la música acompaña. Me acerco casi al límite inteligible entre la melancolía y la tristeza...
Definitivamente deseo que ese ángel que cayó en la estrofa que escucho venga a hablarme. Que me explique porqué la espera es dolorosa, por qué áspero el camino y por qué tan irremediablemente difuso el destino.
Y pienso... Estoy acá sentado intentando poner una vez más en palabras esto que siento. Otros sólo están sintiendo, y frío. Mientras más me esmero en la actividad intelectual más lágrimas caen en ojos que no son míos, más pensamientos tiemblan y la realidad que excluye a los desabrigados.
Cada gota me dicta un grito al oído, cada segundo es desesperación de los que ya perdieron las esperanzas. La piel se desgarra, la sangre fluye libre y ellos quisieran pasar de una vez a ese lugar mejor.
Se mezcla lo mío y lo ajeno, lo superfluo del ánimo y lo real del vivir.
Y las calles ya no son calles, y veo borroso, todo oscuro, y siento frío. No sé si el frío llega a mí o lo llevo en este momento en mi entraña.
Y te veo caminando en sueños, y esta vez no me despierto. Vas sola, apurada, con sobre todo, y tu pelo oscuro se enreda con el viento húmedo que te golpea la cara. Tus ojos oscuros denotan el cansancio. Cada vez te ajusta más ese fardo de decepciones que te pusiste sin voluntad de hacerlo. A cada paso ese ruido de tacos hace que duela más la soledad de esa calle fría de invierno. También empezás a ver nublado, pero esa lágrima sí es tuya, y el grito también. El agua fría ya no te importa, ni tu búsqueda en la madrugada por un futuro imaginario, ni la irremediable pérdida de ese pasado que seguro fue mejor. Ya no te importás, y te dejás, y duele, mierda que duele.Yo sigo en el mismo lugar, te veo y no estás. Ahora sé que los dos sufrimos. Ya no me queda nada más que salir a buscarte, "And it's your face Im looking for on every street". No me queda más que encontrarte y que vayamos los dos por esa calle de llovizna, porque "cada uno cruza en ella su calvario, pero la cruz de todo es la misma...". El miedo se agudiza para ambos pero perfectamente podría ceder y tomarte de la mano, y llorar juntos, qué tanto...
Y acá estoy, y no salgo, y no te conozco, y sí, duele. Sobre todo el hecho de verte sentada en la vereda, con el pucho en la mano y las lágrimas que queman hasta la fibra más remota de tu martirio.
Lo peor es mi ausencia involuntaria, casi tanto como tu presencia imaginaria, "es insufrible ver que lloras y yo no tengo nada que hacer".
Al final y como tiene que ser, el tajo en el pecho me arde un poco menos que el paisaje. "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio...".
viernes, 22 de julio de 2011
En tu ausencia...
Te saludo, mujer de estrellas. Que tu no pasar por mi frente se materializa a diario potenciado por tu permanente ausencia.
Ojos de velo, sincera entrega, ante mi pasiva convalecencia cada día se infiltran, su realismo me desvela.
Sonrisas apocalípticas salen de tu ser despedidas con esa naturalidad que logra tocar lo más profundo de la expectativa.
Niña de caricias, que tu pelo esté adornado por esas estrellas que noche a noche contás empeñándote en que te hagan llegar de un solo suspiro a aquel lugar que anhelás, ese que tantas veces sentimos latiendo en lo más tibio de nuestra eternidad.
Muchacha de corazón profundo. Sin darte cuenta tantos acuden al lugar en que la brisa de tu energía cura la amargura. Esa que está tan presente en lo momentos en que estoy seguro poder encontrarte sin saber por dónde empezar a buscarte.
Mujer del futuro, que aquel día que se ve por el rabijo del ojo sea tan solo un enésima parte de los viajes a los que la imaginación acude para no admitir que quedan pocas salidas.
El sólo pensarte cumple con la dosis de irrealismo diario, de la que no se puede prescindir para poder continuar con esto a lo que llamamos existir, esta realidad que se endurece con tu ausencia.
Sabé que aquel río de otoño, adornado por las hojas marchitas que no presenciaron tu luz y calor, en algún momento de su recorrido llega a ser aquel mar en el que te encuentro, en el que tenemos que ser, juntos.
No me preguntes porqué tiene que ser así, mujer esencia de paz. Si aquello a lo que llamamos destino se presenta tal y como es, el momento en el que te vea sabré que sos tan mía como ausente estás en mi eterno desearte.
Sólo en el momento que aquellos labios, mujer de todos mis enigmas, lleguen a mí, me daré cuenta de que es en vano seguir buscándote, porque tu caminar por mis jardines de ansiedad es tan sublime que el solo pensarte hace que estés más distante.
No me pidas que no te piense, no me pidas el olvido, sólo de esta manera puedo continuar transitando estos caminos que susurran a mi oído que tu realidad es casi tan absurda como la nula cuota de amor entre los hombres.
Mi niña de memorias inventadas, tantas rutas surcadas en la agonía de no poder brindarte lo que desde siempre te pertenece. Sólo queda una solución, por más que se agudice el latido del corazón ante el frío que causa tu ausencia en mis brazos. Frente a todas las penas y esperanzas que pueda causar tu presencia inaudible, quiero, sí, seguiré siendo un soñador. Hasta el día en que los sueños no brinden la calidez que anhelo en tu falta material, y será porque ese día te estaré mirando a los ojos, vas a sonreír y me daré cuenta de que nunca mi dejo de locura arribó a mejor destino…
miércoles, 13 de julio de 2011
Memorias del Fuego: Los nacimientos
Memorias del fuego: Los nacimientos, Eduardo Galeano.
sábado, 2 de julio de 2011
De noche...
Lentamente la noche se anuncia, quitando con la cola de su manto los últimos colores del día.
Llega, y enciende arriba esos ojos incandescentes que me llaman permanentemente. Intentan hacerme comprender que la soledad en la que me encuentro en esos momentos es mucho más cálida por estar siempre acompañado.
El volumen baja lentamente, junto con la temperatura y el ajetreo de un día como todos.
Tiene más sentido la vida cuando estoy en esos momentos en que la noche, que es mujer, me escucha sin que tenga la necesidad de hablar, y me responde sin que yo tenga la necesidad de comprender. En esa eterna interacción me pierdo a través de las cavilaciones acerca de mi porvenir.
Nada me pesa, tan liviano soy… que ya me fui, me voy a ese mundo en que no hay que comprender. Todo se basa en los sentidos, los acordes de la oscuridad suenan en esa melodía que me acompaña, siempre diferente, sublime, pero comprensible. Es esa comprensión que no se pone en palabras, porque no se necesita. Es esa comprensión que llena de fulgor eso que en un momento fue cuerpo, esa que sólo llega, de noche…
Ahí estoy de nuevo, de pie, mirando hacia arriba. Tan poco somos y tanto nos creemos…
La dama, silenciosa, radiante y sola como ninguna, hace su aparición. Se desprende de ese anaranjado que la templa, comprendiendo que ese no es ni su destino ni su fin. Ella,
En su presencia reencarnan todos los fantasmas de mi conciencia, esos a los que sólo oímos a través de su voz, sentimos con su presencia. Les hablamos creyendo posible que nos escuchen, o teniendo esa seguridad tan poco certera de que Ella transmita los mensajes.
Y de esa manera seguimos, presos de su encanto, un amor platónico. Pero ella es perfecta, y por esta causa su belleza es tan absorbente como decepcionante su irrealidad…
Toda la noche me acompaña, desapareciendo tras ocasionales nubes, en el juego de seducción en el que cada vez que se aleja, más la deseo…
Vuelvo… Permanezco sentado. Miro para arriba y… respiro, hondo… Las reflexiones llegan a raudales incontenibles, pero para eso estoy y para eso está ella.
Escucho los sonidos de todo lo que no es humano, y es tan gratificante. De nuevo me lleno los pulmones con ese aire diferente, más puro, más frío, más intenso. El sonido de la brisa, que juega seduciendo las hojas de esa noche otoñal, llega a mí con la delicadeza de lo posible. Tan diferente al juego de seducción que mantengo con la luna, en la vana esperaza de que me dé la respuesta que espero, en uno de sus pasajes por mi transitar nocturno…
El arroyo canta en voz baja… Susurra… Es una voz conocida, que me hace compañía. Él es la vida, fluye lentamente hasta un destino incierto, siempre con la vista hacia delante, sabiendo que a pesar de las dificultades llegará a destino. El arroyo debe soñar diariamente con el mar, así como diariamente yo sueño contigo y con el momento de tu llegada…
Nostalgia… todo lo que ocurrió, lo que no, y lo que vendrá se hacen presentes en este momento en que hay espacio para ellos. Reclaman la falta de estas situaciones, y los comprendo… Les explico que no siempre es tan fácil lidiar con ellos, que a veces es preferible no enfrentarlos, y les pido perdón por la cobardía que me embarga las veces que los esquivo…
Y aquí estoy, tanto pienso en la oscuridad, tanto siento, tanto soy si de estar vivo se trata, tan poco al lado de lo que veo…
Esa es mi noche, con la luna y las estrellas, con el arroyo y su enseñanza, con el viento y sus andanzas…
Es el transcurrir de una noche, como todas, como aquella…
lunes, 27 de junio de 2011
La Guerra del Fin del Mundo
La Guarra del Fin del Mundo - Mario Vargas Llosa
Así, grupos de miserables acudirán a la llamada de la revolución de Canudos, la ciudad donde se asentará esta comunidad de personajes que difícilmente desaparecerán de la imaginación del lector: el Beatito, el León de Natuba, María Quadrado... Frente a todos ellos, una trama político-militar se articula para detener con toda su fuerza el movimiento que amenaza con expandirse.
La primera novela que Mario Vargas Llosa situó fuera del Perú es un prodigio de expresión de mentalidades profundas, de pasiones irracionales y desbocadas fuerzas sociales. Un relato exhaustivamente documentado, tanto a través de lecturas como de viajes sobre el terreno en el que tuvo lugar este acontecimiento histórico. Un libro fundamental en la historia literaria del siglo XX.
viernes, 24 de junio de 2011
Ellos Tres
Fue una de esas tardes en que el gris, mezclado con la llovizna y el frío de junio nos hacen pensar dos veces antes de salir de casa.
Bajó y entró a la panadería. Salió sin nada. Ni siquiera mostraban sus ojos marrones el desencanto. Entró en la fábrica de sanguches de al lado, dos le regalaron. Volvió despacio al carro y se los dio a sus hermanitos, primos, o cual fuere el parentesco. Comían de a poco.
Y no era la primera vez que llovía, ni la primera que los veía, ni la última en que sufriría…
martes, 21 de junio de 2011
El único camino.
lunes, 20 de junio de 2011
El lado escuro del Corazón
"No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible
- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!"
Espantapájaros - Oliverio Girondo
Dejo esta cita, de la película "El lado oscuro del corazón", de Subiela. Excelente, tan triste como real...
domingo, 19 de junio de 2011
Cuando el tiempo trajo respuesta
Por experiencia propia pienso que no siempre se consigue lo que uno espera al final del camino.
Esta vez el agua trajo este momento en que la soledad y la tristeza acuden a nuestra puerta para confesarnos que perdieron la apuesta.
Nosotros la ganamos, porque ni un ápice de esa oscuridad nos roza, ni el pensarla nos eriza la piel.
Los sonidos aparecen reflejados en nuestro ahora como la escalera que nos acerca al éxtasis.
Lluvia y mar se juntan en un solo suspiro; lágrimas se sumen en la tibia inmensidad que las absorbe, las contiene y las hace volver a su origen, brindándoles el dejo de esperanza que nos pide a gritos nuestro ser.
Objetos concretos se sumen en la abstracción de este tiempo que paró, y lo matizan encandilándonos. Dentro del cúmulo de luz no observamos, sólo sentimos, somos. Y ese sentimiento se convierte en lo indescifrable, lo indescriptible.
Aquel ser, producto del camino que surcaron sus amores, siente emoción. No sabe si creer en el cuadro que se dibuja ante sus ojos, que están inmersos en la costumbre abatida de la vulgaridad y la monotonía que causa el materialismo. Tras la superación de lo dubitativo del paréntesis sigue ardiendo la vela interna del idealismo, que nos hace continuar aprendiendo a volar en los cielos del mundo en que vivimos.
Con dolor, aquel sueño, como todos, tiene su final, a pesar del la interminable satisfacción que sólo nosotros sabemos que quedó guardada en el cajón más profundo de nuestro existir. Ese que cuando se abre causa que la mirada se pierda nuevamente en aquellos mares, y vuelva a ser libre, y vuelva a sentir, a experimentar el recuerdo.
Amanecemos en la circunstancia que habíamos abandonado minutos atrás, durante un lapso casi eterno. El contenido onírico siempre permanece, y en esta instancia se confunde con la vigilia, quisiéramos un intercambio. Esta vigilia termina siendo la incansable espera para que el alma se reúna nuevamente en inspiración y coraje y sea aquello que creemos: un pozo de agua interminable, en que sólo a veces divisamos algún reflejo, es uno de estos momentos.
Finalmente, cuerpo y alma se funden en un concepto, el ser en plenitud, que puede pensar, pero nunca deja de sentir.